Camila Saint Jean (27) y Vanina Vigón (29) visitaron siete
países latinoamericanos en un viaje de 15 meses. Hicieron la travesía a una
velocidad máxima de 70 km/h.
países latinoamericanos en un viaje de 15 meses. Hicieron la travesía a una
velocidad máxima de 70 km/h.
Cuando Camila Saint Jean (27) y Vanina Tortosa Vigón (29) le
contaron el plan a sus familiares y amigos, pocos les creyeron. Incluso el
mecánico pensó que estaban locas. Lo cierto es que un caluroso día de enero de
2015 armaron las valijas y las metieron dentro de un Falcon Standard modelo
‘85. Partieron desde Olivos “a conocer el mundo”. No tenían recorrido armado y
sólo se dejaron llevar por el espíritu aventurero. A bordo de la “nave” las
acompañó “Enero”, el perro de Camila.
contaron el plan a sus familiares y amigos, pocos les creyeron. Incluso el
mecánico pensó que estaban locas. Lo cierto es que un caluroso día de enero de
2015 armaron las valijas y las metieron dentro de un Falcon Standard modelo
‘85. Partieron desde Olivos “a conocer el mundo”. No tenían recorrido armado y
sólo se dejaron llevar por el espíritu aventurero. A bordo de la “nave” las
acompañó “Enero”, el perro de Camila.
Casi no hubo planes previos. Para el viaje estuvieron seis
meses ahorrando. ¿Para ir a dónde? No lo sabían. “Simplemente, queríamos ver a
dónde llegábamos”, comenta Vanina. Y así fue como dejaron sus empleos y salieron a la ruta. “Las dos teníamos trabajo
y Vani alquilaba un departamento. Suspendimos todo porque no sabíamos qué día
íbamos a volver”, señala Cami.
meses ahorrando. ¿Para ir a dónde? No lo sabían. “Simplemente, queríamos ver a
dónde llegábamos”, comenta Vanina. Y así fue como dejaron sus empleos y salieron a la ruta. “Las dos teníamos trabajo
y Vani alquilaba un departamento. Suspendimos todo porque no sabíamos qué día
íbamos a volver”, señala Cami.
Hicieron siete países latinoamericanos y recorrieron más de
31 mil kilómetros. “Cruzamos a Uruguay e hicimos toda la costa, al igual que en
Brasil. Después de casi nueve meses de viaje decidimos ir a Venezuela, por lo
cual tuvimos que subir, el Falcon, Enero y nosotras dos, a un barco que nos
hizo conocer el Amazonas”, señalan. Y agregan: “A esta altura del viaje,
pensamos en la posibilidad de cruzar a Centroamérica desde Colombia e intentar
llegar a Alaska, lo más al norte del continente. Después de un mes en
Cartagena, y de analizar factores tanto económicos como personales, nos dimos
cuenta que preferíamos encarar para el sur en vez de seguir alejándonos. Una
vez tomada la decisión comenzamos a recorrer el caribe Colombiano, pasamos a
Ecuador y a Perú. En Lima, a Enero le detectaron cáncer y decidimos volver a
casa lo antes posible y poder disfrutar los últimos momentos de él a pleno.
Pasamos por el norte de Chile y finalmente después de 15 meses llegamos a
Argentina”, cuenta Vanina, profesora de educación física y vecina de Olivos.
31 mil kilómetros. “Cruzamos a Uruguay e hicimos toda la costa, al igual que en
Brasil. Después de casi nueve meses de viaje decidimos ir a Venezuela, por lo
cual tuvimos que subir, el Falcon, Enero y nosotras dos, a un barco que nos
hizo conocer el Amazonas”, señalan. Y agregan: “A esta altura del viaje,
pensamos en la posibilidad de cruzar a Centroamérica desde Colombia e intentar
llegar a Alaska, lo más al norte del continente. Después de un mes en
Cartagena, y de analizar factores tanto económicos como personales, nos dimos
cuenta que preferíamos encarar para el sur en vez de seguir alejándonos. Una
vez tomada la decisión comenzamos a recorrer el caribe Colombiano, pasamos a
Ecuador y a Perú. En Lima, a Enero le detectaron cáncer y decidimos volver a
casa lo antes posible y poder disfrutar los últimos momentos de él a pleno.
Pasamos por el norte de Chile y finalmente después de 15 meses llegamos a
Argentina”, cuenta Vanina, profesora de educación física y vecina de Olivos.
El Falcon es un símbolo de la industria automotriz nacional.
Hoy, más de medio siglo después de su primer coche, el modelo sigue siendo
valorado por su “fortaleza y confianza”. Para ellas, el viaje en auto le daba
un toque mágico. “El coche es de mi papá. A él siempre le gustaron los Falcon y
unos años antes de viajar lo había comprado en muy buen estado”, cuenta Camila.
“En casi todo el viaje pensamos que íbamos a 90 km/h, pero recién al llegar a
Ecuador donde hay radares que indican la velocidad, caímos en la cuenta que en
realidad íbamos a 70 km/h promedio. Es la velocidad en la que nos sentimos
cómodas, es el ritmo ideal para admirar el paisaje, disfrutar del mate y de la
charla”, asegura Vanina.
Hoy, más de medio siglo después de su primer coche, el modelo sigue siendo
valorado por su “fortaleza y confianza”. Para ellas, el viaje en auto le daba
un toque mágico. “El coche es de mi papá. A él siempre le gustaron los Falcon y
unos años antes de viajar lo había comprado en muy buen estado”, cuenta Camila.
“En casi todo el viaje pensamos que íbamos a 90 km/h, pero recién al llegar a
Ecuador donde hay radares que indican la velocidad, caímos en la cuenta que en
realidad íbamos a 70 km/h promedio. Es la velocidad en la que nos sentimos
cómodas, es el ritmo ideal para admirar el paisaje, disfrutar del mate y de la
charla”, asegura Vanina.
“Se rompió la correa del alternador, tres mangueras de nafta
y tuvimos que cambiar las pastillas de freno. Pero lo más loco, es que nunca
pinchamos una goma”, indican. Luego del extenso viaje, se dieron cuenta de la
odisea que se había aguantado el coche. “Nos volvimos más fanáticas de la
‘nave’ cuando tomamos conciencia lo fuerte y noble que es. Jamás nos dejó a
pata”, expresan las mujeres orgullosas de integrar el Club de Amigos del
Falcon.
y tuvimos que cambiar las pastillas de freno. Pero lo más loco, es que nunca
pinchamos una goma”, indican. Luego del extenso viaje, se dieron cuenta de la
odisea que se había aguantado el coche. “Nos volvimos más fanáticas de la
‘nave’ cuando tomamos conciencia lo fuerte y noble que es. Jamás nos dejó a
pata”, expresan las mujeres orgullosas de integrar el Club de Amigos del
Falcon.
Ambas habían ahorrado lo suficiente para encarar las
primeras semanas de la aventura sin sobresalto. Aunque descontaban que en algún
momento la plata se iba a acabar. “Desde el comienzo trabajamos, y cuidamos los
ahorros; vendimos comida, artesanías, postales del viaje, ropa y también
tuvimos que laburar en bares y barcos para seguir viajando”, detalla Vanina.
Respecto al alojamiento, en Brasil compraron una extraña carpa que les sería
muy útil. “Se coloca sobre el portaequipajes del coche. Tiene un piso de fibra
de vidrio con una escalera que hace de soporte. Es impermeable, entra un
colchón y hasta tiene luz. Allí dormimos la mayoría de las noches. Muchas otras
veces nos quedamos en casas de familias que nos invitaban”, precisan.
primeras semanas de la aventura sin sobresalto. Aunque descontaban que en algún
momento la plata se iba a acabar. “Desde el comienzo trabajamos, y cuidamos los
ahorros; vendimos comida, artesanías, postales del viaje, ropa y también
tuvimos que laburar en bares y barcos para seguir viajando”, detalla Vanina.
Respecto al alojamiento, en Brasil compraron una extraña carpa que les sería
muy útil. “Se coloca sobre el portaequipajes del coche. Tiene un piso de fibra
de vidrio con una escalera que hace de soporte. Es impermeable, entra un
colchón y hasta tiene luz. Allí dormimos la mayoría de las noches. Muchas otras
veces nos quedamos en casas de familias que nos invitaban”, precisan.
Durante los 15 meses de aventura, las chicas conocieron
paisajes, culturas, comidas y costumbres. Cumplieron con creces la idea del
viaje: conocer el mundo. “Aprendimos a valorar lo que no teníamos, a escuchar,
a aceptar, etc. La lista es interminable. Cuando uno sale de la zona de confort
se encuentra con situaciones que nunca vivió, las cuales siempre abren la mente
y rompen estructuras”, indican.
paisajes, culturas, comidas y costumbres. Cumplieron con creces la idea del
viaje: conocer el mundo. “Aprendimos a valorar lo que no teníamos, a escuchar,
a aceptar, etc. La lista es interminable. Cuando uno sale de la zona de confort
se encuentra con situaciones que nunca vivió, las cuales siempre abren la mente
y rompen estructuras”, indican.
En su vuelta a Buenos Aires, decidieron ponerle un nombre al
viaje: “Andar HakunaMatata”. “En africano significa ‘no te preocupes, todo va a
estar bien’”, y así lo vivieron estas dos amigas que ya ven como cierta la
posibilidad de realizar un nuevo viaje, al que probablemente se sume ‘Inka’, un
perro que adoptaron hace pocos meses. “Conocimos y sentimos la libertad de
viajar, y no queremos dejar de hacerlo. Amamos nuestro país y no queremos
perder la oportunidad de conocerlo profundamente”, dicen.
viaje: “Andar HakunaMatata”. “En africano significa ‘no te preocupes, todo va a
estar bien’”, y así lo vivieron estas dos amigas que ya ven como cierta la
posibilidad de realizar un nuevo viaje, al que probablemente se sume ‘Inka’, un
perro que adoptaron hace pocos meses. “Conocimos y sentimos la libertad de
viajar, y no queremos dejar de hacerlo. Amamos nuestro país y no queremos
perder la oportunidad de conocerlo profundamente”, dicen.


