La nueva versión cinematográfica del clásico de Louise May Alcott, dirigida por Greta Gerwig, habilita una nueva discusión acerca de su postura frente a la cuestión de género. Para algunos, su autora fue pionera del feminismo; para otros, se trata de un libro conservador/arc-anglerfish-arc2-prod-infobae.s3.amazonaws.com/public/XRG3IUNQGFFGTMOG6DUFIM35BQ.jpg)
Como todo clásico que trasciende las fronteras de su tiempo y logra ser releído en clave contemporánea, a 150 años de su publicación, Mujercitas suma reinterpretaciones, como la octava adaptación cinematográfica que llegó a las salas argentinas, aunque no son unánimes las lecturas que reconocen sus atributos: mientras que para algunos la novela de Louisa May Alcott prefigura las reinvidicaciones feministas de la actualidad, para otros se trata de una obra puritana y conservadora.
Acaso trascendiendo las expectativas de su autora, la obra publicada en 1868 que retrata el pasaje a la adolescencia de las hermanas March conjuró los límites temporales y aún hoy es leída en clave innovadora como un texto que anticipó -en algunos casos veladamente- cuestiones como la disidencia sexual, la menstruación y la tensión entre la maternidad y la autorrealización, a la vez que inspiró el imaginario de un rango diverso de artistas o pensadoras que va desde Patti Smith a Simone de Beauvoir.
La novela ha sido adaptada ocho veces al cine: dos, en mudo hacia 1917 y 1918. Seis, en sonoro: 1933, 1949, 1994, 2018 y 2019.
Considerada el modelo que sentó las bases para la novela juvenil como género, Mujercitas llega a los cines bajo la atenta relectura de la realizadora Greta Gerwig, mientras se reabren los debates sobre si se trata de una obra subversiva o si, por el contrario, no es más que un manifiesto puritano que reproduce los mandatos de época.
